2008/03/12 |
He estado escribiendo blogs desde el 2003. He tenido cuentas en todos los lugares: LiveJournal, Blogsome, WordPress.com. Incluso en este sitio, en épocas pasadas demasiado obscuras para ser memorables, hubo alguna vez un blog. Experimenté con b2, Jaws y, finalmente, WordPress. Por ahí de julio de 2005 perdí la base de datos de dicho blog. En aquel momento decidí que escribir ya no era importante para mí, así que dejé de hacerlo. No se perdió mucho; no creo haber escrito más de 30 entradas en total en todos esos años y en todos esos blogs.
Hoy vuelvo a reiniciar mi aventura. ¿Porqué? Por algo que mencionó Antonio Marquet, mi profesor de Comunicación: debemos registrar nuestras vidas. Esta vida es la única que voy a tener, y quiero que conste. Los últimos años he estado registrándola a través de mi humilde cámara digital; aun así, las palabras son un complemento perfecto.
Siempre he tenido la cosquilla de escribir. A los diesciséis años empecé mi primera novela, la cual fue un fracaso total: ni a mí me gustaba. A los veinte lo intenté de nuevo, y volví a fracasar. Luego vinieron los blogs.
Yo pienso que el hecho de que todo mundo tenga un blog no demerita la herramienta. Al contrario. La tecnología permite compartir con los demás nuestra visión del mundo, y eso es algo muy poderoso e importante. Claro que no me interesa más del 0.01% de los blogs que se escriben, pero eso no tiene nada de malo. Cada blog tiene su público, ya sean los familiares y amigos del autor, los clientes de alguna compañía, los usuarios de algún producto, los fans de algún equipo deportivo, los ciudadanos de alguna nación, o el mundo entero.
Es irreal y estúpido pensar que vas a saltar a la fama por escribir un blog. Esos son y serán casos excepcionales. Pero eso no implica que tu blog no vaya a tener público, y mientras tengas público (aunque éste esté conformado sólo por ti) vale la pena seguir escribiendo.
Así que escribo.