2008/09/24 |
En estos días he tenido un poco más de descanso que antes. Aproveché ese tiempo para releer «La insoportable levedad del ser», de Milan Kundera. Gran libro.
Hace como una semana lo terminé, y me dí a la tarea de conseguir «Quicksilver», de Neal Stephenson. Así es: después de las mil quinientas páginas de «Criptonomicón», y las más de seiscientas de «La Era del Diamante», no he tenido suficiente Stephenson. Entonces, les decía, estuve buscando «Quicksilver».
No sé por qué supuse que el título de la traducción al español sería el título original de la novela. Tal vez porque quicksilver es una palabra tan padre que pensé que nadie se atrevería a traducirla (después de todo, casi nadie traduce quicksort, ¿o sí? :-D). Pero la edición en español está a cargo de Byblos, un sello (que publica excelentes libros de ciencia ficción) de Ediciones B, una editorial española. Y ya sabemos como defienden los españoles su lenguaje. 🙂
Así que Byblos tradujo quicksilver como «azogue», lo cuál es estrictamente correcto, pero también, probablemente, es el peor título en la historia para una novela de ciencia ficción. Así que compré «Azogue», de Neal Stephenson. 🙁
La editorial decidió hacer con «Quicksilver» lo mismo que hizo con «Criptonomicón»: separarla en tres tomos. La cosa se complica un poco más porque Stephenson decidió relatar esta historia (la cual, por cierto, es la de los antepasados de los personajes de «Criptonomicón») en tres novelas, llamadas conjuntamente «El Ciclo Barroco». Y en la traducción española esas tres novelas están separadas en ocho tomos. Así que es más correcto decir que ahorita ando leyendo el primer tomo (de tres) de «Quicksilver», el cuál es el primer volumen (de tres) de «El Ciclo Barroco».
El otro día fui a ver la película mexicana más cara de la historia: Arráncame la vida. La película es buena, a secas. No es la mejor película mexicana de la historia, pero tampoco es uno de esos churros yuppies que tanto se han producido en nuestro país. Vayan a verla.